Una extraña poción

Una extraña poción Cuento matemático Alicia Yaiza Tardé veinte minutos en llegar al chamizo de la bruja, situado en la parte más alejada del bosque. La carrera me había dejado exhausto y el corazón me latía a toda velocidad. No podía ni hablar. Llamé a la puerta pero nadie salió. Sin embargo, se escuchaban ruidos, como de cacharros metálicos que caían al suelo. La vieja estaba dentro, seguro. Aporreé la puerta con un ímpetu tal que me sangraron los nudillos. No paré de hacerlo hasta que oí pasos: la anciana se estaba acercando a la entrada. Hubo un momento de quietud y por fin la portezuela se movió, abriéndose nada más que una pequeña rendija, espacio suficiente como para que la vieja pudiera asomar un ojo y ver quién estaba importunándole. A mí esa mujer me daba miedo. Miedo y repugnancia. Pero ahora no había tiempo para remilgos. Necesitaba de su sabiduría y experiencia. Se quedó mirando sin decir nada y yo aproveché ese silencio para comunicarle el motivo de mi ...